¿Cuántos muertos conoces?
Era tan
viejo como la noche. No fue siempre así. Surgió de las experiencias, no sabio,
tan solo herido, herido de muerte. Viviendo se consumió y llegó a formar parte
del silencio y de la oscuridad, fundiéndose con la noche y con los que en ella
habitan.- ¿Era un presentimiento? ¿Cómo contar un presentimiento?
No lo
sabía. Siguió duchándose y se apresuró a no llegar tarde. Salir de viaje, no
pillar tráfico, las caravanas eran interminables y había pocos días para
disfrutar.
El
coche, un dos caballos de no muy buena presencia, era el medio de transporte
para recorrer trescientos kilómetros. No llevaban una hora de camino cuando un
poco más adelante, en el otro lado de la carretera, avistaron tres coches
volcados. La gente detenía los vehículos para pedir ayuda y transportar a los
heridos. Se bajaron del coche pero no transportaron a nadie. Él se quedó en esa
cuneta con el herido entre los brazos, lo sujetó toda la vida. El herido sólo
le hizo una pregunta, ¿cuántos muertos conoces?
¿Qué
hora era?, no podía ver el reloj, la posición en la que se encontraba se lo
impedía. La imagen se repetía, ¿cuándo ha ocurrido?, no se acordaba, no oía
nada, llevaban mucho rato o por el contrario, acababa de suceder. El herido le
seguía mirando, decidió detener el tiempo, lo abrazó y comenzó a contar.
Rebeca
Barrón